NATASHA MENDOZA

Según
Samuel de Champlain, Inicia la colonización francesa de América en
el siglo XVI y prosiguió hasta el siglo XVIII. La primera
colonia viable de Francia en América
fue la colonia - Ciudad de Quebec 1608. Francia construyó su
primer imperio colonial en América del Norte, denominado Nueva
Francia, el cual se extendía desde el golfo de San Lorenzo hasta
las Montañas Rocosas al oeste y hasta el golfo de México por el sur. Los franceses colonizaron igualmente
las Antillas: Saint-Domínguez, Santa Lucía y
la Dominica, así como Guadalupe y Martinica.
En América del Sur, los franceses intentaron establecer tres colonias, de
las cuales solo una sobrevivió hasta nuestros días: la Guayana Francesa.
Durante
este período de colonización, los franceses fundaron varias ciudades, tales
como Montreal, Quebec en Canadá; Baton Rouge, Detroit, Mobile, Nueva
Orleans y San Luis, en los Estados Unidos; y Puerto
Príncipe y Cabo Haitiano en Haití.
América
del Norte
Los
franceses establecieron, colonias en el Nuevo Mundo durante
el siglo XVII, con el objetivo de
exportar azúcar y pieles hacia la metrópoli. Los
exploradores y colonos de Francia se establecieron en el territorio
que hoy ocupa Canadá, el valle del río Misisipi y a lo largo de
la costa del Golfo de México, en los actuales estados de Alabama, Misisipi y Luisiana,
fundando las ciudades de Quebec,Montreal, Detroit, San Luis,
Mobile, Biloxi, Baton Rouge y Nueva Orleans dejando a los
estados unidos com bastantes ciudades chiviadas.
Primeros
asentamientos
El primer asentamiento
francés en esta parte del continente americano recibió el nombre de Fort
Caroline, teniendo su origen en 1564. Se trataba de una comunidad
de hugonotes. Esta colonia fue destruida al año siguiente por los
españoles de la cercana San Agustín de la Florida Los franceses estaban muy
interesados en el comercio de pieles, por ello formaron alianzas con tribus
nativas, tales como los hurones y los ottawas. Participaron en
la guerra con los enemigos tradicionales de estas poblaciones,
los iroqueses. Los jesuitas franceses también intentaron cristianizar a
muchos grupos indígenas a través del establecimiento de misiones, tales como la
de Sainte-Marie entre los hurones.
Los
hugonotes franceses establecieron colonias independientes más allá del control
del Estado francés: por ejemplo, los refugiados hugonotes fundaron New Paltz,
Nueva York en los años de 1660 y parte de una gran migración hugonote los
nominalmente Nuevos Países Bajos Holandeses. Estos hugonotes, liderados por
Louis Dubois, formaron una primera unidad auto-gobernante llamada la duzine,
hicieron tratados con los nativos locales para comprar tierra desde el río
Hudson hasta las montañas, y de esta manera prosperaron incluso después de que
los ingleses tomaran el control del río Hudson y de Nueva York.
Francia tuvo una vez vastas
posesiones en Norteamérica, incluyendo los valles de los ríos Misisipi
y San Lorenzo y la región de los Grandes Lagos. Quebec se fundó
en 1608 y Montreal en 1642. Las colonias crecieron lentamente, en parte porque
a las minorías religiosas no se les permitía establecerse; Nueva Francia era
solamente católica.
Colonización del Misisipi
Los primeros intentos por
colonizar los territorios aledaños al Misisipi resultaron en fracasos. Habiendo
explorado el valle del río hasta su boca, desde Canadá, en 1682, Rene
Robert Cavelier, Sieur de La Salle nombró al gran cinturón central del
territorio como Louisiane, en honor al rey Luis XIV de Francia. En
1684, había dejado Francia con 4 barcos y 300 colonos para establecer una
colonia en la boca del Misisipi. La expedición estaba plagada de piratas,
indios hostiles y navegación escasa.
Establecieron
la colonia de Fort San Luis, cerca de Victoria, Texas. La colonia duró
hasta 1688 cuando indios locales masacraron a los 20 adultos que quedaban y se
llevaron cautivos a 5 niños. La colonia de Louisiana fue fundada en 1699 y su
capital, Nueva Orleans, en 1718. Francia pronto entró en conflicto con Gran
Bretaña, cuyas colonias tenían frontera con las colonias francesas en varios
lugares. Esto llevó a las guerras francesas e indias, seguida de la derrota
francesa en la Guerra de los Siete Años, el Tratado de París del
10 de febrero de 1763, dividió el territorio francés del continente
norteamericano entre los británicos y los españoles. La única excepción fueron
las islas de San Pedro y Miquelon, lejos de la costa canadiense,
retenidas como un puerto pesquero.
Época Napoleónica

Los franceses fueron capaces
de recuperar por poco tiempo algunas de sus antiguas posesiones en Norteamérica
en 1800, durante la Era Napoleónica, con el tratado de San ldelfonso. Sin
embargo, Francia no tenía la armada para suministrar a sus dominios norteamericanos, el bloqueo del Imperio francés fue una parte clave de la estrategia británica
contra Napoleón y porque Francia no quería que sus posesiones
cayeran a manos de los británicos, Napoleón vendió esta Louisiana colonial a
los Estados Unidos, una venta referida como la Compra de Luisiana. Este
hecho tuvo lugar el 3 de mayo de 1803 y la indemnización fue de 15 millones de
dólares, una considerable suma para el joven estado americano. Sin embargo, la
tierra era extensa desde Nueva Orleans hasta Montana y desde los días
coloniales británicos, la Louisiana Francesa había empezado a parecer un
constraint en el potencial expansivo más allá de los Apalaches. La compra abrió
el camino para los colonizadores del siglo XIX.
Centroamérica
y el Caribe
Cristóbal Colón descubrió la
isla el 5 de diciembre de 1492, en los días finales de su primer viaje a
"las indias". Colón y sus compañeros encontraron que la isla estaba
habitada por un gran población de amistosos indios taínos (arawacos), quienes
le dieron la bienvenida a los exploradores.
Colón estableció un
asentamiento improvisado en la costa norte, cerca de la ciudad actual de Cap
Haitien, el cual llamó La Navidad (por ser el 25 de diciembre). Usó los restos
de la carabela Santa María, que había dado contra un arrecife coralino y
zozobrado. La tierra era fértil, pero de mayor importancia para los españoles
fue el descubrimiento del oro que podía conseguirse por trueque con los
nativos, quienes se adornaban con joyas, o extrayéndolo de los depósitos aluviales
de la isla.
Los taínos llamaban a la
isla de diversas maneras pero lo más común era Ayti o Haití (tierra montañosa).
Aunque inicialmente fueron amigables hacia los españoles, estos nativos
respondieron violentamente contra la intolerancia y abusos de los recién
llegados. Cuando Colón regresó a La Hispaniola en su segundo viaje en
1493, encontró que la Navidad había sido arrasada y eliminados sus habitantes.
Pero no era fácil detener el interés del Viejo Mundo en la expansión y su
cruzada de esparcir el Catolicismo; Colón estableció un segundo asentamiento,
La Isabela, más hacia el Este.
Luego de varios intentos de
establecer colonias en la costa norte de La Hispaniola, finalmente se
estableció el primer asentamiento permanente en el Nuevo Mundo: Santo Domingo,
establecido en la costa sur. Bajo la soberanía española, toda la isla llevó el
nombre de Santo Domingo. Los indicios de la presencia de oro—la sangre vital
del naciente sistema mercantilista—y una población de nativos tratables que
podían usarse como obreros se combinaron para atraer a muchos españoles durante
los primeros años. La mayoría de ellos era simple aventureros que, por lo menos
inicialmente, estaban más interesados en adquirir rápidamente riqueza más que
en asentarse en la tierra. Desde los inicios, las relaciones con los indios, a
quienes maltrataban de manera inmisericorde, se deterioraron. Movidos por las
incautaciones de alimentos y otras extorsiones, y los abusos hacia sus mujeres,
los indios se rebelaron pero fueron dominados definitivamente en 1495.
Santo Domingo se convirtió
en el primer puesto de avanzada del Imperio español. Las expectativas
iniciales de reservas de oro abundantes y de fácil acceso demostraron que no
tenían fundamento; aun así la isla llegó a ser importante como asiento de la
administración colonial, un punto inicial para las conquistas de otras tierras
y como laboratorio para el desarrollo de políticas de gobierno de las nuevas
posesiones. Fue en Santo Domingo que los españoles introdujeron el sistema de
repartimiento por el cual los peninsulares (personas nacidas en España y que
residían en el Nuevo Mundo) recibían grandes concesiones de tierra y el derecho
a usar los indios residentes en ellas en las labores.
Colón,
que gobernó la colonia hasta 1499, intentó poner coto a los abusos más serios a
los cuales eran sometidos los indios prohibiendo las expediciones contra ellos
y regulando los impuestos informales impuestos por los colonizadores, los
cuales, por las limitaciones impuestas por estas formas más suaves de
explotación, empezaron a oponerse activamente a Colón. Debido a sus demandas,
Colón ideó el sistema de repartimiento de distribución de tierra e indios; bajo
este sistema, se otorgaba a perpetuidad, sin ninguna obligación para con las
autoridades, un gran porción de terreno junto con los servicios de los indios
que vivían allí. El sistema de repartimiento no mejoró la situación de los
indios, y la corona española lo cambió instituyendo el sistema de encomienda en
1503.
Colón y su hermano Bartolomé
cayeron en desgracia ante la mayoría de los colonos, como resultado de celos y
avaricias, y luego también ante la corona debido a su incapacidad de mantener
el orden. Ya antes de 1500, los terratenientes demostraron su poder conspirando
exitosamente contra Colón. Su sucesor, Francisco de Bobadilla, fue nombrado
juez principal y comisionado real por la corona española en 1499. Bobadilla
puso en prisión a Colón y lo envió a España, pero pronto la Reina Isabel ordenó
su liberación. Bobadilla demostró ser un administrador inepto y en 1503 fue
sustituido por el más eficiente Nicolás de Ovando, quien asumió los cargos de
gobernador y juez supremo. Ovando estableció las bases para el desarrollo de la
isla. Durante su mandato, el sistema de repartimiento fue sustituido por el de
encomienda. Debido a sus éxitos en iniciar las reformas deseadas por la
corona entre ellas, el sistema de encomienda Ovando recibió el título de
Fundador del Imperio español en las Indias. Bajo el sistema de
encomienda, todas las tierras pasaban, en teoría, a ser propiedad de la corona,
y así los indios eran considerados como inquilinos en tierras reales. El
derecho de la corona a servirse de los inquilinos podía transferirse en
fideicomiso a colonos españoles (los encomenderos) por una concesión formal y
el pago regular de tributo. Los encomenderos estaban autorizados a ciertos días
de trabajo por los indios, convirtiéndose en sus custodios. Así los
encomenderos asumían la responsabilidad de cuidar por el bienestar físico de
los indios y de instruirlos en el Cristianismo. Una encomienda, teóricamente,
no involucraba tenencia de la tierra; en la práctica, sin embargo, la posesión
se ganaba por otros medios.
El duro trabajo que se le
demandaba a los indios y las privaciones que sufrían demostraron la naturaleza
artificial del sistema de encomienda, que efectivamente operaba bajo un sistema
de honor debido a la ausencia de esfuerzos por parte de las autoridades
españolas. A la población taína de Santo Domingo le fue muy mal bajo el
gobierno colonial. El tamaño exacto de la población indígena de la isla en 1492
nunca ha sido determinada, pero observadores de la época dieron estimados que
variaban desde varios miles hasta varios millones. El Padre Bartolomé de Las
Casas estimaba 3 millones, lo que ciertamente es una exageración. En todo caso,
hubo cientos de miles de indígenas en la isla.
Las labores forzadas,
abusos, enfermedades contra las cuales los indios no tenían inmunidad, y el
crecimiento de la población mestiza contribuyeron, todos a la eliminación del
Taíno y de su cultura. Ya para 1548 la población taína se había reducido a
aproximadamente 500 personas, y en 1550 solamente 150 indios vivían en la isla.
Las consecuencias de ello fueron profundas. La necesidad de nueva fuerza
laboral para el cultivo creciente de la caña de azúcar obligó a la importación
de esclavos africanos empezando en 1503. Ya para 1520, solamente se usaba la mano de obra de los esclavos africanos.
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